Publicado el 9 octubre, 2023 por Elisa
Estamos obsesionados con el sexo- 1
Tips sexuales

¿Estamos obsesionados con el sexo?


Cuando hablamos de lo que supone ser humano, siempre hay cuatro pasos que se cuentan como indispensables en nuestra vida: nacer, crecer, reproducirse y morir. Es muy curioso que solo uno de esos pasos tenga que ver con nuestra propia conciencia y consentimiento. Que lo llevemos a cabo de manera consecuente, o al menos en la mayoría de los casos. Nacemos porque sí, nadie nos pregunta, y el crecer, por más que muchos lo deseen, es algo inevitable. La única certeza en la vida de todos es que algún día dejaremos de estar aquí, al menos en cuerpo, así que morir también es inamovible. Pero, ¿y el paso de reproducirse? ¿Por qué se incluye algo tan especial dentro del guión resumido del paso de cualquier persona por nuestro planeta? Porque seguimos siendo animales y, como especie, lo que queremos es perpetuarnos, traer más vida al mundo, conseguir que nuestros genes se expandan.

Reproducirse es engendrar nueva vida y para ello necesitamos de las relaciones sexuales. Es cierto que con la tecnología actual, el sexo tradicional está quedando cada vez más atrás. No es que esté perdiendo vigencia, ni mucho menos, pero se enfoca de una forma diferente. Las relaciones antes eran mantenidas para traer descendencia al mundo. Ahora es el placer sexual lo que impera sobre el propio hecho de tener hijos. Las cosas han cambiado muchísimo desde la invención y proliferación de los preservativos y otros métodos anticonceptivos. Estos han permitido darle un nuevo enfoque mucho más divertido y hedonista al sexo, el placer por el placer, sin las consecuencias de tener relaciones. Desde ese punto de inflexión, el sexo ha ido fagocitando otras muchas parcelas de nuestra vida hasta convertirse en algo absolutamente básico para muchos. Tanto que hasta se cuenta como obsesión, o como adicción, en demasiados casos. Personas que son adictas a la pornografía, a tener relaciones con desconocidos, a pagar por ellas si es necesario, porque encuentran en ese chute emocional su única forma de sobrevivir a un mundo complejo y cruel. El sexo es una de las mejores cosas de la vida, y conforme nuestro entorno se vuelve más oscuro, es natural tender a refugiarnos en él, pero, ¿a qué precio?

Un tema importante en nuestras vidas


Siendo totalmente objetivos, el sexo es una de las cosas que más deberían importarnos, a nivel biológico al menos. Sin embargo, el ser humano ha llegado a tal punto de progreso (para bien o para mal) que nuestra parte social y cultural ha eclipsado casi por completo a la parte animal. El sexo ha sido considerado un tabú durante muchos siglos, y aunque ahora estemos despertando, lo hacemos desde una perspectiva algo errónea. El sexo es para divertirse, por supuesto, pero genera algo en nosotros que no es habitual. El cerebro responde de una forma brutal cuando tenemos sexo, siendo una respuesta biológica natural para empujarnos a estas relaciones. Pero ese placer que sentimos, que simplemente es un premio para poder mantener más coitos y tener más hijos, se ha convertido en el fin, no en la recompensa. La reproducción ya no es el objetivo de la mayoría de encuentros sexuales, sino el puro placer.

La sexualidad en el siglo XXI


Antes, no hace tanto, las parejas apenas tenían sexo. Cuando mantenían relaciones era para buscar directamente descendencia, algo habitual en el ciclo de la vida que estaba organizado. Siempre dentro del matrimonio, como mandan los cánones, y siempre con vistas a cuidar a esos críos. De hecho, cuando la familia se hacía demasiado grande, los amantes dejaban de tener sexo para evitar nuevos nacimientos. Todo cambió a mitad del siglo XX, cuando los métodos anticonceptivos se hicieron más populares. Gracias a ellos, cualquier persona podía ahora disfrutar del sexo por el placer, sin tener que preocuparse en absoluto por lo que viniera después. Unido a un declive del pensamiento moralista religioso, el sexo empezó a ganar terreno y dejó de ser un tabú.

Y como suele ocurrir, tras una época de gran oscuridad llega otra en el extremo distinto<§/strong>. La liberación sexual trajo consigo el concepto de amor libre, en el que una persona podía disfrutar de relaciones sexuales con quien quisiera, sin que debiera existir siquiera un vínculo afectivo anterior. Con diferentes etapas y fases, esto nos ha llevado a la era actual, donde el sexo parece dominarlo todo, aun de una forma soterrada, sin que se hable directamente de él. Internet ha terminado de colocar este tema en lo más alto de nuestros intereses, y hoy por hoy es muy sencillo acceder no solo a información sexual, sino también a todo tipo de estímulos morbosos. La pornografía se ha convertido en la reina de Internet, y esto también está trayendo consecuencias esperables.

Mayor consumo de porno y prostitución


En los últimos años, especialmente desde el cambio de siglo, el consumo de porno y prostitución se ha disparado. Tomar estos dos datos aparte no debería servirnos para hacernos una idea real de la situación del sexo en la sociedad, pero son, a todas luces, indicativo de que algo pasa. El acceso a la información sexual, como ya hemos visto, es hoy por hoy mucho mayor que en otras épocas. Existen también aplicaciones como Tinder que han facilitado los encuentros esporádicos. Las relaciones convencionales, las duraderas, parecen estar en peligro de extinción. Se ha acuñado el término “amor líquido”, que viene a ser una especie de versión soft del amor de toda la vida, adaptado a los nuevos tiempos, donde nadie quiere comprometerse. El sexo llega a estar por encima de esa búsqueda de la media naranja, para una generación que ha perdido la esperanza en el amor.

Somos los primeros en rechazar ese amor romántico e irreal que nos vendían en las películas, pero lo hemos cambiado por algo mucho más real… pero menos intenso. Nadie quiere apegarse emocionalmente a otros por miedo a sufrir, así que nos quedamos en lo físico, en el placer por el placer, porque con eso basta. La prostitución, a pesar de ser marginada y estar penada en muchos lugares, se sigue desarrollando a las afueras de la sociedad. Todo el mundo la critica, todo el mundo piensa que está mal y que esas mujeres están siendo explotadas… pero los datos no mienten, y el consumo de prostitución no deja de crecer. ¿Estamos realmente obsesionados con el sexo? Tal vez hemos entendido mal la importancia y el lugar que el placer sexual debe conllevar en nuestras vidas.

La adicción al sexo


También han crecido los casos de adicción al sexo, especialmente en hombres. Cada vez son más los que acuden a terapia para quitarse de encima esa manera tan desesperada que tienen de gozar del placer sexual, hasta el punto de pagar por ello. La adicción al sexo complica las demás relaciones de nuestra vida y nos hace ser esclavos de ese placer, como si fuera una droga más. Es cierto que esta adicción siempre ha existido, pero es ahora cuando nos estamos enfocando en entenderla y poder sanarla. El problema es que, al contrario de lo que ocurre con el alcohol o las drogas, el sexo sigue siendo necesario en nuestras vidas. No se debe apartar al paciente del placer sexual, sino conseguir que entienda que debe enfocarlo de manera positiva, y eso a veces es muy complicado.

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